A menudo, hay momentos en los que nos gustaría decir tantísimas cosas, que no decimos nada. A menudo, no decimos lo que pensamos, ni incluso pensamos lo que decimos. Hoy, quiero centrarme sólo en las cosas que pensamos y no decimos, porque son las cosas que se quedan almacenadas en alguna parte y que no se comparten con nadie.
Pero porqué esa cobardía? Porqué no decir lo que sentimos?
Pues todo se reduce a lo mismo: el miedo. El miedo a no gustar, el miedo a decepcionar, el miedo a que no te entiendan, el miedo a quedarte solo, el miedo a...
Y el miedo, no somos conscientes de que no nos deja ser feliz, no nos deja disfrutar del momento.
Es cierto, que hay cosas que no se pueden decir, y que el miedo no tiene ningún papel en esa función, pero sí la tiene la consideración o el típico 'me sabe mal'. Yo no dedico mi blog a estos hechos, yo se lo dedico a los cuáles nos hacen reprimirnos.
Hagamos de cada momento una improvisación, que el guión lo tengan los de la reunión.
C.A.A.
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